Al desprendido
Que no fuera desconfiado,
me dijo la tata un día.
Y así vendí la potranca
para un gitano y de fiado.
Dentro de pocos abriles
si vivo será un milagro.
Que la potranca es ya abuela
y aún me la están pagando.
De todo el mundo me fío,
presto y derrocho dinero.
Cuando llega la hipoteca
siempre me encuentra bailando.
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